sábado, 9 de febrero de 2013

El otro Jardín (cuento)

          Donde la niña vivía, las mañanas eran brillantes, soleadas, y se respiraba el aire fresco de recién regado el zacate. Y aunque su madre se empeñaba en guardar distancia con los vecinos, ella disfrutaba igual jugando en el jardín de su casa que en la calle con los demás niños, siempre y cuando los tibios rayos de sol le hicieran compañía. Pero allá dentro , en el otro jardín, las mañanas eran sombrías, olían a crayola y pegamento y el sol apenas se animaba a asomarse a través de los barrotes que protegían las ventanas.
        Desde el primer día de clase, la niña se apoltronó en la banca de madera pintada de verde que estaba colocada en el pasillo junto a la puerta de la dirección, y no habló. (la verdad es que la maestra hizo pocos intentos por hacerla entrar al salón) Apenas había sobrevivido otra larga mañana en el jardín, su madre le anunciaba entusiasmada que la mañana siguiente seria igual. Cuando volvía por ella para llevarla a casa se veía tan animada que la niña nunca tuvo valor para decirle que sería autodidacta. Y si algún día lo hizo tal vez su mamá no la escuchó. Ella no encajaba ahí, no conocía a nadie y tenía poca experiencia en relacionarse con extraños. La niña  tiene poca edad para entender que aquello no tiene que ver con la experiencia sino con el temperamento. 
        Era intolerable la ñoña discusión que comenzaba Clemencia apenas llegaba al jardín, acerca de quien tenía el dedo meñique mas pequeño, si la niña o alguien mas. Clemencia era la mayor, si no en edad, si en tamaño, con el cabello recortado como un niño y una cuca que le detenía el apartado por un lado.
         Pilar la directora, de traje sastre, lentes con cadenita y zapatos de tacón ancho como de monja, en realidad no era vieja, si tan solo hubiera preferido vestir unos jeans. La niña ya se había aprendido el taconeo de sus zapatos por todo el corredor, y podía decir si estaba en el baño, en el salón de la maestra Carmen o cuando se acercaba a su banca verde del pasillo donde  ya casi pasaba inadvertida. Aquel día apenas se alejó la directora, la niña curzó la puerta, hasta llegar a los barrotes multicolores del barandal.
      Se paró derecha, no de frente, sino perpendicular a las ranuras que se forman entre barrote y barrote y se puso entre el verde y el azul, dió un paso a la derecha para acercarse al barandal, empujó primero el hombro, al tiempo que sacaba la pierna, y sin darse cuenta cómo, pero en menos tiempo del que le tomaba a Pilar recorrer el pasillo de regreso hasta la oficina de la dirección, la niña estaba fuera.
        Sus enrojecidas mejillas delataban la marcha apurada de su corazón - ¡Ssshhh! nos van a oir.- murmuró y comenzó a correr.
      La ruta le era familiar, la había recorrido lo suficiente como para recordarla. Aunque nunca caminando, si en el coche de su abuelo. Tenía que llegar a la calle mas transitada, con un ancho camellón, de ahí correr hasta llegar al puesto de sandías que estaba adelante del panteón. Su corazón le iba ganando la carrera a sus piernas, y por un momento este casi se detiene al escuchar unos gritos que llamaban su atención. ¡Niña! ¡Niña! Alguien la seguía. Miró por el rabillo del ojo, sin dejar de correr. Es un policía, no tenia clara la idea de como debían lucir, pero sabía que en el puesto de las sandías siempre había uno. Magdaleno su abuelo siempre lo saludaba al pasar por ahí camino a la tienda, en su valiant azulcielo con asientos color blanco, el mismo que encendía con un botón como de licuadora.
        El policía era un hombre amable, que no parecía estar enterado de la hazaña que la niña acababa de ralizar, se acercó para ayudarla. Por suerte ella recordaba su dirección como si fuera una rima de las que Pilar la directora se empeñaba en repetir todas las mañanas sin excepción, Sierra de Ascotán 4742. Subió al coche patrulla con el policía y la sirena encendida con luces azul y rojo, mientras recorrían las calles la niña no pensaba en mucho, incluso parecía no estar entusiasmada con el ulular de la sirena. La niña esperaba. 
       Esperaba encontrar a La Paloma, la perra de su abuelo, que en cuanto bajo del coche patrulla se acercó a saludarla con húmedos lenguetazos, agitando vivamente su cola. Sintió en el aire la caricia de los olores de la cocina de su mamá, olía a cortadillo. Ella les abrió la puerta, estaba esperando, aunque no precisamente por la niña, su redondo vientre apenas le dejo entrever en la palidez de su rostro, una mueca de espanto y gratitud, tan pronto como la madre escucho la historia que le contó el policía atinó a darle las gracias y tomo a la niña del brazo, con el brusco gesto de quien se angustia por lo que pudo ser y se consuela con lo sucedido.
        La niña la miró sin entender porque lloraba y le preguntó.-Entonces mamá, no te alegras de verme?.   
                                                                                                     Marigloria Zamora.

miércoles, 9 de enero de 2013

CULPAS Y DISCULPAS


No estudiamos para ser padres, eso está muy dicho. Pero no es mas que la verdad. La paternidad, y me atrevo a pensar que sobre todo la maternidad, ( aunque pueden hacer de cuenta como que no he dicho nada ) está motivada por el sentimiento de amor mas profundo de la humanidad,  y apelando a ese amor esperamos se nos disculpen la mayoría de los errores que cometemos en la educación de nuestros hijos ya que de antemano queda establecido que en base al amor, todo lo hacemos con la mejor intención. Y es verdad.

Sin embargo, gran parte de lo que ponemos en practica para la educación  de nuestros hijos es a prueba y error. Lamentablemente nuestro primer hijo será mas "conejillo de indias" que los demás, si es que tuviéramos mas de un hijo. Aunque este hecho no exime a los demás hijos de la parte que les corresponde ya que como dicen por ahí, los hijos son como los dedos de la mano, todos diferentes. Y lo que funciona con uno no necesariamente funciona con otro.

Y así a tropezones los iremos ayudando a convertirse en adultos independientes y entonces, si no es que antes, ellos tendrán la capacidad de considerar el éxito que como padres tuvimos en su formación , y por que no también la capacidad de juzgar nuestro desempeño.

Porque es la ley de la vida. Como te ves me vi, como me ves te verás.  Y entonces apelando al amor de padres y bajo la premisa de que se hizo lo mejor que se pudo, no nos quedará mas que AUTOdisculparnos y darnos un abrazo reconfortante que nos exima de culpas. Porque a final de cuentas solo somos guias no dictadores, solo proponemos. Ellos crecen y son libres de convertirse en quien ellos decidan. Tarde entendemos que nosotros no podemos definir el destino de nuestros hijos, son prestados y no son YO. Delimitamos, hacemos coaching, cuando son niños tenemos mas poder de injerencia en sus decisiones y si nuestros conceptos fueron acertados en la infancia tendremos un poco mas de tino para apuntar el futuro de los hijos.

Al final lo que cuenta es amarlos fuertemente, abrazarlos, y estar ahí por si nos necesitan.  Y si no nos necesitan, entonces felicidades, son independientes y saben resolver sus problemas. Algo hemos hecho bien.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Lo que nos define


Diciembre es el mes de mi aniversario de matrimonio. Y hoy puedo afirmar sin temor a equivocarme que no estoy enamorada como cuando éramos novios. Gracias a Dioooos!! Nuestro amor es más fuerte y sólido, porque ha crecido y ha madurado. Igual que nosotros no somos los mismos de hace 16 años, hemos crecido y madurado igual.
Nosotros nos casamos en los veinte entrados a los treinta. Y debo confesar que ni por asomo teníamos idea de la aventura que comenzábamos, nuestras expectativas eran más bien de color rosa. No sé qué decisión hubiéramos tomado con más experiencia de vida y mas madurez, espero que la misma. Sin embargo afortunadamente tomamos la decisión correcta en el tiempo correcto, otra vez gracias a Dios. Por eso  creo que las personas más maduritas difícilmente toman una decisión aventurada, porque sus expectativas son mayores.
Hoy puedo decir que tenemos un matrimonio solido a prueba de todo. Y sé que hablo por los dos. Porque la opción que tomamos por nuestra vocación matrimonial la aceptamos desde el principio, sin retorno.

¿Por qué el matrimonio ahora se ha vuelto obsoleto?
Cada vez mayor número de parejas, jóvenes sobre todo, se divorcia  y entonces esta opción del matrimonio se presenta anticuada, alejada de la realidad. Yo no sé si es así, o todo lo contrario; es esta realidad  la que está alejada  del compromiso que representa el sacramento del matrimonio.
La realidad ahora dista mucho de lo que era y en un futuro será muy diferente de lo que es ahora. Sin embargo los valores siempre han sido los mismos. Estamos fallando en la transmisión de valores. Y como papas esta tarea también es cada vez más difícil porque estamos inmersos en la sociedad del MENOR ESFUERZOOOOO.

¿Como llegamos del matrimonio a la paterniadaaaad?
Porque, como personas nos definen nuestras experiencias de vida primarias, nuestra infancia, las actitudes aprehendidas, las respuestas a los estímulos, todo eso se graba en nuestra memoria primaria durante los primeros seis años de vida y es la base de nuestras relaciones sociales (amigas sicólogas? Es cierto o no).
¿Que está pasando? nosotros como papas estamos haciendo nuestra labor, pero estamos siendo saboteados, y nos enfrentamos a situaciones que nosotros no tuvimos que resolver ni tampoco nuestros papas, entonces son nuevas experiencias a las que no nos habíamos enfrentado.
Nosotros (me refiero a mi generación) fuimos niños y niñas de la calle, querías un dulce e ibas caminando a la tienda por él, jugabas en la calle, si te caías te sacudías y te levantabas, nunca tu mama fue al colegio porque un amigo te molesta, o porque la maestra te reprobó, tu mamá  te regañaba y te ponía a estudiar. Te parabas a cambiarle a la tele, y veías el programa que la mayoría quería ver, no era común que cada hijo tuviera su propia tele, ¿o si? En mi casa no. Para hacer una tarea había que investigar en libroooos, y porque no a veces hasta ir a una biblioteca ¿Qué es esooooo? Te subías al carro sin saber a dónde ibas,  ¿apoco no?, tus papas no te pedían opinión para todo. Entonces infiero que por eso somos una generación más tolerante a la frustración, a esperar; nuestra capacidad de resiliencia es mayor.
Hoy todo está al alcance de nuestra mano,  es mas ni de la mano completa de un dedo. Solo basta oprimir un botón. Servicio a Domicilio, control remoto hasta para las persianas, microondas para que se caliente raaapido, por supuesto la word wide web, todo está ahí, no batallemos, puedes hablar con quien sea en cualquier parte del mundo e incluso comprar lo que sea en cualquier parte del mundo, ni siquiera te tienes que parar ni ir a ningún lado. Esta realidad es abrumadora y nueva para nosotros también,  pero nuestros hijos es la única que conocen, entonces como papas no sabemos qué protocolo seguir. A esto hay que sumarle el gran “amor”  que tenemos por ellos; si lo molestan en la escuela por favooooor, la mama va a arreglarlo con la maestra, si no le va bien en la escuela, no es que mi hijo esté batallando, es que la maestra es una inepta, si su equipo deportivo pierde, el árbitro está vendido.  Resultado generacional: 1.- yo no me tengo que esforzar. 2.- yo no soy responsable de mis actos.

El matrimonio pues no cabe en esta realidad, porque HAY QUE ESFORZARSE, y HAY QUE CEDER, negarnos a nosotros mismos.  Así es el AMOR. Tenemos que compartir espacio, tiempo, dinero. Tenemos que compartirNOS.  Yo me doy a ti y tú te das a mi. Porque si tú eres feliz yo soy feliz. Tenemos que tolerar nuestras diferencias, aceptar nuestros defectos y claro celebrar nuestras virtudes. Tenemos que aceptar que somos responsables del feliz funcionamiento de la relación matrimonial, si algo falla, yo y tú lo vamos a resolver, nadie más. Y aceptar que puede fallar, el matrimonio puede fallar, porque nosotros somos humanos, pero NO IMPORTA, si tenemos la voluntad del verdadero amor. Pero sobre todo, si sacamos provecho de  las GRACIAS que nos otorga el Sacramento del Matrimonio. Así es, Esa es nuestra  arma secreta.  Solo Dios basta.

A mi  me gustaría que mis hijos disfrutaran una vida matrimonial plena y feliz si es que fuera esa su vocación. Yo sí creo en el matrimonio. Y creo que es necesario practicar con mis hijos el esfuerzo, la tolerancia y la resiliencia a fin de que puedan desarrollar relaciones personales saludables  y duraderas.  ¿Tú que opinas? 

jueves, 22 de noviembre de 2012

El Loro (cuento)



       Llegó un día a pararse en la rama de la higuera que estaba al fondo del patio; recargada ya en la barda por el peso de los años. Ni siquiera hizo falta pagar por el.
      Con lustroso plumaje verde amarillo, la mirada rabiosa y con el porte de un pavo real, no le fue difícil granjearse las semillas, los cacahuates y los higos.
      Y se quedó.
      Magdaleno tenía afición, entre muchas otras, de apadrinar perros, en especial los que llegaban sin mas invitación que el plato de comida que servía todas las tardes para la Pirri, una perra mezcla de pastor alemán con pequines, tan corriente como noble. No pensó tener un loro, pero desde esa tarde, aquel que nunca tuvo nombre, se convirtió en la sombra de Don Magdaleno.
      Vivió un tiempo al garete, de la higuera a la cocina, merodeando por el patio, persiguiendo a los perros; un día Magdaleno decidió hacerlo mas suyo y le recortó las alas con unas tijeras. Entonces pasaba las tardes montado en la percha que el dueño fabricó para el, con tubos de plomería, codos y soldadura, al oscurecer lo acomodaba en la jaula y lo cubría con un trapo, lo cual indicaba al loro que era tiempo de dormir. Tan de la familia el loro que al menor ruido de trastes en la cocina llamaba a Don Magdaleno papá con su gutural voz de perico, para hacerle saber que él tampoco había comido.
      A la niña no le parecía asombroso que el loro de su abuelo dijera algunas palabras y hasta versos completos; en cambio, le sobrepasaba en extrañeza el modo maligno como se descolgaba de su percha con las patas prensadas en el tubo, para alcanzar a cualquiera que se atreviera a saludar a Magdaleno. La nobleza no es una virtud que se espera de un perico así que, sus pupilas indecisas, te permitían reconocer cuando te tenia en la mira, un  movimiento brusco o un manotazo inesperado eran clara señal de ataque Y un abrazo ni se diga¡ Erizado como un gato se disparaba volando sin respetar parentesco. ¡Que piensas perico, si este es mi abuelo ! Rezongaba la niña, cuando por las tardes llegaba a saludar a su abuelo con un abrazo apresurado. Nunca tuvo real aprecio por el ave, sin embargo por la compañía incondicional que le entregaba a su abuelo, logró con el tiempo que la niña se sintiera complacida con el.
      En casa de sus abuelos todas las tardes parecían ser siempre la misma, al menos así lucían a los ojos de la niña, que cuando llegaba no podía asegurar si era hoy o ayer. Don Magdaleno pasaba la tarde sentado en su mecedora blanca, de las que te pellizcan cuando te levantas, como decía la niña; en el patio, bajo la sombra de la higuera, con el loro yendo del hombro del abuelo a la percha y de regreso.
      Para la niña eran iguales, pero para Magdaleno siempre acompañaban un nuevo pensamiento, una nueva idea, un mejor invento, una añoranza.      Como la vez que se propuso hacer veladoras, después de haber dejado el negocio de la tortillería, de haber pensado hacer camioncitos de madera, de dedicarse a reparar planchas y licuadoras. Aquella vez fueron las velas, desde fabricar los moldes de plomo y hervir la parafina en el patio de atrás donde tenía un taller, hasta comercializarlas primero a pie y luego en coche.
      En aquel taller, que improvisado una vez en un rincón, con el tiempo se apoderó de todo el patio, Don Magdaleno pasaba las mañanas, desde el primer albor de sol, hasta que escuchaba el grito del loro anunciando el almuerzo.
      ¡Lavate las manos! ¡Viejo cochino! Renegaba Doña Lupita con mas ternura que enfado, cuando lo esperaba en la mesa para almorzar después de haber amasado la primera tanda de tortillas de harina de aquel día. El se sentaba a la mesa todavía con las manos delineadas de negro por los pliegues y debajo de las uñas, negrura que el jabón ya se negaba a borrar. Y después de nuevo al taller, hasta que lo alcanzaba el remanso de la tarde. 
      La penumbra.
      Así en aquel atardecer que a la niña le parecía el de ayer, Magdaleno pensaba mientras se mecía y esta vez no era ninguna idea para llevar a cabo, no era un invento, era el futuro certero. Donde va a quedar el perico cuando no haya nadie en la casa, que pasará conmigo cuando Guadalupe se haya ido. La niña se mecía a su lado y nunca tuvo idea de tales pensamientos, solo que cada tanto se le estrujaba el corazón al ver los ojos de cielo de su abuelo humedecerse y brillar, pero sin permitir nunca una lágrima salir. A ver Mayica cantame una cancioncita, le pedía Don Magdaleno.
      Y así el desfile de las ultimas nubes del día, acompasado por la brisa del verano, arropaba el patio, mientras la niña y el viejo compartían aquella tarde, la misma de ayer.
      El loro todavía está.
      Don Magdaleno ya no.
      
Marigloria Zamora

domingo, 18 de noviembre de 2012

Adultos responsables

Somos responsables de facilitar la construcción del destino de nuestros hijos, enseñarlos a SER felices, ojo no a ESTAR contentos. Como papas queremos comprar sus momentos felices, te doy para verte contento, pero cuando no les damos no sabemos  como motivarlos para que disfruten su vida de igual modo.
Enseñarlos a ser felices en su entorno sin sentirse mas ni menos que los demás, sino  ver a los otros como iguales, ser empaticos con los demás. Identificarse con ellos. Disfrutar lo que tienen, lo que son, donde están y lo que hacen.
Los niños son moldeables y son como esponjas, si nosotros ( papa, mama) alimentamos actitudes positivas, reforzándolas eso mismo obtendremos, lo mismo sucede con las actitudes negativas.
Nuestros hijos no nacieron así, aprendieron a comportarse así en respuesta a situaciones de vida, yo no se, se me ocurren algunas ideas, pero no soy experta ni mucho menos sicóloga.  Sin embargo he vivido momentos en los que es mucho mas cómodo dejarlo pasar a enfrentar la consecuencia de nuestros actos y así somos irresponsables e incongruentes.
No podemos evitar que nuestros hijos estén expuestos al medio ambiente. No podemos tenerlos en una cápsula, debemos dejarlos ser, pero no sin proveerlos de las herramientas apropiadas para tomar sus propias decisiones. Alimentar su espíritu diariamente, acrecentar su autoestima, ayudarlos a ser valientes para enfrentar los retos sociales,  y enseñarlos a ser resilentes, para poder tolerar sus frustraciones. Enseñarles cual es su lugar en el mundo, en su familia y en su entorno.
Si no somos nosotros como padres los que aportemos eso, no esperemos que los miles de pesos en colegiaturas en las mejores escuelas lo hagan. A ellos no les importan tus hijos como a ti, porque a final de cuentas somos responsables por ellos.
No es que yo lo tenga resuelto pero creo que lo tengo claro, no se como se hace, pero trato de hacerlo. Al final hay que intentarlo. Tenemos miedo de enfrentar nuestra responsabilidad como papás. No nos gusta aceptarla, admitirla ni administrarla, nos conformamos con pensar que así son las cosas ahora, que es el mundo que les toco vivir, pobres lo que les espera...Busquemos las herramientas y enseñemoslos a usarlas.
Seamos responsables para ver crecer adultos responsables.

jueves, 15 de noviembre de 2012

1971

Si Dios estuviera sentado decidiendo el destino de todos los seres humanos por nacer, esto debería ser apenas un instante de tiempo, un suspiro , un pensamiento, un momento fugaz destinado a cada alma que parece convertirse en toda una vida gracias a su omnipotencia y su extraordinario amor...


Y si así fuera?


Me lo imagino dispuesto a la tarea diaria de enviarnos a cada uno a nuestra misión. Pensando en la decisión precisa, rodeado de todo y de nada a la vez en su propia esencia infinita, en paz. Y así sucede segundo a segundo, sin descanso, tu y yo y todos vivimos en su pensamiento.

Y de pronto es mi momento, mi instante de tiempo, mi turno...

Con el mismo amor con el que creó el cielo, la tierra, el fuego, el agua...el mundo, pensó en mi. 1971...tomó un pedazo de algo y me formó con sus cálidas manos, sin prisa, a tiempo, El tiene todo resuelto. También piensa en tus cualidades y escoge generosamente para cada ser humano, es verdad. Como era mi turno me concedió algunas: inteligencia, sensibilidad, gentileza, paciencia, fortaleza, responsabilidad y así siguió...luego es el turno del temperamento y bueno.. hay quienes tienen mas suerte...

En su inmenso amor me creó como un ser humano perfecto, mas por ese mismo amor me dio libertad de ser y de pensar y ahí es donde todo se complica.

Me examinó en su corazón...me contempló... y vio Dios que lo que había creado era bueno y expresó su deseo:.. Deseo que se convierta en madre y me ayude a crear mi reino en la tierra. Tomó un descanso y miró al mundo buscando a mi familia, como El me conoce desde siempre y me amó desde antes sabía lo que buscaba...

Quiso que conociera el amor de una madre y la dedicación de un padre, que tuviera un hermano para aprender a amar a los demás desinteresadamente, así podría valorar el significado de una familia y entonces cultivaría los valores que viví en ella.

Me miró complacido, y suspicaz me habló, como si yo pudiera comprender sus palabras en ese momento: ...No sera fácil para tu familia tu temperamento por momentos no te permitirá valorarla, sobre todo en tu juventud, te sentirás superior a todos y a todo, pero con el tiempo y los amigos adecuados se que no me defraudaras. Sin embargo eso mismo te dará fortaleza para sortear obstáculos en tu vida y sobreponerte a momentos dificiles...donde Yo estaré...

De pronto, aprisa, se acerca mi momento de nacer, no todo estaba listo había algunos dones que peligraban desde el momento de nacer, tuvo temor por mi,  sinembargo me hizo una promesa: En cada momento de tu vida te verás rodeada de otros, hijos mios también, amigos que sabrán ayudarte del modo que haga falta para que procures cultivarlos todos. No podré evitar que muchas veces te pierdas en el camino, pero aun así te amaré para siempre.

Yo no sabía en que pensaba El, pero al ver su mirada infinita advertí en ella el mar en todos los azules, el cielo en todas las estaciones, las montañas y volcanes, vi un millón de estrellas, la inmensidad de la noche, la luna iluminada, vi el sol esplendoroso y radiante...todo hecho para mi...y sentí su amor como unas tibias manos que me sostienen, vi unos bellos ojos cafés, vi sus manos....es mi mamá...ya he nacido....




domingo, 11 de noviembre de 2012

Lo de hoy...



Definitivamente el mundo no es lo que era cuando éramos  jóvenes, ni será lo que es hoy, cuando nuestros hijos sean adultos; como papas nuestra tarea es adaptarnos y sin embargo no permitir que se pierdan los valores que conocemos y que nuestros padres a su vez nos inculcaron. Seguir transmitiendo los valores que conocemos no es tarea fácil ya que estos solamente logran ser transmitidos eficazmente a través del  ejemplo lo cual demanda un mayor esfuerzo de nuestra  parte.

Nunca con sermones vacios e inútiles que solo consiguen enfrascarnos en discusiones estériles ya que papa o mama nunca van a estar a la moda lo suficiente ni sabrán lo necesario como para que un adolescente se sienta tentado a pensar siquiera que tal vez tengamos un poco de razón y que tal vez cabe la remota posibilidad de que papa o mama ya hayamos vivido nuestra propia adolescencia.

No hablemos de cómo se deben vivir los valores no hablemos de ellos, sino mas bien hagámoslos a ellos parte de nuestra vida de modo que naturalmente sean parte de la vida de nuestros hijos… nada fácil. Ya que precisamente tenemos al mundo (sociedad, medios, tecnología,…) en nuestra contra.

Los valores no son cool, no están de moda, ni son lo de hoy. Sin embargo sí, ya que los valores no tienen fecha de caducidad, lo que era bueno antes es bueno hoy y seguirá siendo bueno. Respetarnos a nosotros mismos y a nuestros esposos o esposas. Ser honestos, ser sinceros… El respeto a nuestros padres, hablar con respeto a nuestros mayores, respetar  a las autoridades, dígase maestros, directores, autoridades en general, ser tolerantes con las personas que piensan o son diferentes que nosotros, no actuar violentamente. En fin…

Si creyéramos realmente que esto puede transformar no solo  la vida de nuestros hijos sino a la sociedad  en general nos tomaríamos nuestra tarea de papas un poco más en serio.